Jumilla: El fugaz encuentro
Lo cierto es que no tengo ni la más remota idea de Poesía. Así, en mayúscula. Sé que a Peri le apasiona y es por ello que me he atrevido a versar la breve aventura que viví el pasado abril en su rinconcito murciano, Jumilla. Y es que, a menudo solemos toparnos en el camino con sendas que muestran un recoveco diferente del bosque que habita en todos nosotros. La verdad de nuestro camino siempre es pareja al resto de rutas que serpentean entre la recia arboleda. Son estas rutas las certezas; las infinitas verdades.
En la imagen superior se ve cómo quedo parte de mi estudio tras pasear por esa senda pareja: Suelo repleto de piñas con la naturaleza por bandera y la búsqueda siempre presente. Reitero que los siguientes versos más se asemejan a la vida misma -un despropósito siempre sin precedentes- que a una bella póiesis.
La Certeza de Peri
Tras los geranios y la amatista encontré
una ruta similar a la que suelo llevar;
casi gemela me atrevería a afirmar.
La de Peri es pausada, en movimiento y
no se hace esperar.
Con el delicioso sabor de sus fuegos,
el delicado aroma de la artesanía y
el dulce sonido del coral.
Sus instantes los guarda el leal pastorcillo
en cajita de yesca,
que mucha gente ha visto pero
nadie ha sabido del todo escuchar.
Gusta de miles de historias
mas ella cree que las imágenes
muestran sólo nueve y nada más.
Hay quien dice que sus cuentos
nada tienen que contar.
Quién sabe si esto será verdad.
Es esta la Certeza de Peri que,
pudiendo ser más o menos certera,
forja el carácter.
Y diré que con mi cámara la intenté captar;
sin éxito, como veis,
pues me dejé toda una vida por retratar.
En agradecimiento a Próspera Muñoz -por las pocas horas que pasé en Jumilla en el mes del carnero- le dedico este intento de poesía novelada sobre mi corto viaje a “la gemela”. Dejo sobre estas líneas una breve impresión sobre lo acontecido en imágenes para aquellos que no gusten o entiendan mucho los temas poéticos.
Dejar una respuesta